Ante el avance de los ululantes y escrachadores, las barras bravas, los ministros descalificantes y la maestra siruela número uno, se impone un poco de sentido común y buen gusto.
Argentina sufre un proceso de deterioro de sus instituciones republicanas, deterioro que se inició con el golpe fascista que un grupo del Ejército Argentino (GOU) perpetró el 4 de junio de 1943. El cuartelazo, impulsado y ejecutado por un grupo de coroneles germanófilos, (algunos francamente pro nazis) entre los cuales estaba Juan Domingo Perón, se hizo para asegurar la continuidad de la política de neutralidad en la II guerra mundial, política amenazada por la inminente candidatura de Robustiano Patrón Costas a la Presidencia, para suceder al gobierno de la Concordancia. Esa tendencia ha persistido a lo largo del tiempo en nuestra política exterior, política que incluye a los EEUU como enemigo, por lo que nos mantenemos en perpetua confrontación con esa potencia, aliándonos en todos los casos con sus peores enemigos. Falta de inteligencia o adolescencia, el hecho es que nuestro reloj de política internacional atrasa casi un cuarto de siglo, pues parece que en ciertos sectores del poder nadie ha tomado nota de las sucesivas caídas del Muro y del Imperio soviético.